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El espectro de una mujer que sufre, un alma en pena que ahogó a sus propios hijos y los busca arrepentida lamentándose noche tras noche. Aparece en el folclore de Centroamérica y los estados sureños de Estados Unidos y se le supone un origen prehispánico. Los mexicanos Caifanes utilizaron la tristeza de este espectro para grabar una canción de amor perdido «no quiero amarte/no quiero llorar contigo/déjame ver tu piel/déjame ser tu piel».