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La canción fue escrita e interpretada en mayo de 1966 por Violeta Parra en Bolivia, durante su estancia en La Paz; la letra está dedicada a Gilbert Favre con quien había tenido una relación sentimental. La composición hace referencia a los tiempos en los que Parra vivía en un cuarto con Favre en La Peña Naira de la calle Sagarnaga de La Paz; en ese cuarto convivieron por un tiempo hasta el fin definitivo de su relación. En la despedida, cuando Parra regresa a Chile, Ernesto Cavour le regala un charango a Parra, el cual ella aprende a tocar por sí misma y con este instrumento posteriormente grabaría en Chile la canción «Gracias a la vida».